Hay muchas especulaciones frente al origen del COVID-19 , pero lo que sí es real es que llegó para cambiar nuestra forma de relacionarnos, trabajar y vivir. Este virus, que es imperceptible, tiene alta capacidad de propagación y si nos alcanza en un momento en que nuestra salud no es tan fuerte, puede llevarnos a consecuencias muy graves.
Cuando inició esta pandemia, muchos de nosotros nos sentimos atemorizados porque todo cambio asusta, el hecho de pensar que debíamos estar aislados y que no podríamos ver a nuestros seres queridos nos mantenía en una situación de incertidumbre. Las medidas de prevención eran rígidas, restrictivas y extremas, pero día a día empezamos a caer en el “exceso de confianza” y decidimos pensar que esta enfermedad era “solo una gripa”, así que muchos dejaron atrás el tapabocas, el distanciamiento y en general el autocuidado..
Para la fecha, esta conducta nos está pasando factura, y si no hacemos un cambio hoy, la factura tendrá un valor más alto. Recordemos que la economía es muy importante y quienes la mantienen en movimiento son los compradores y los proveedores del producto o servicio. Así que si retornamos a un cierre de negocios, a las medidas de confinamiento, producto de la indisciplina social, quedaremos más golpeados económicamente.
A eso sumemos los problemas de salud que pueden derivar de nuestro “exceso de confianza” y recordemos que todos somos vulnerables, unos más que otros, pero así mismo debemos cuidarnos.
El COVID-19 no ha muerto, no se ha ido, está más presente que nunca, lo que podemos hacer para prevenirlo es simple cuestión de:
- Querernos más.
- Cuidar nuestra alimentación.
- Utilizar tapabocas.
- Lavarnos las manos frecuentemente con agua y jabón.
- Promover salud e información veraz.
¡No lo vides! Nuestras acciones contribuyen al cuidado colectivo y es nuestra forma de materializar lo mucho que respetamos y amamos a quienes nos rodean.
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